Con la llegada de lo digital y la inmediatez, pasamos de avisos de textos largos y profundos (característicos de Bill Bernbach, ícono de la publicidad norteamericana y creador de la clásica campaña de Volkswagen “Think Small”), a la síntesis gráfica reveladora y exquisita; sobre todo, cuando la pieza venía de alguna agencia brasilera.
“El diseño es el vestido de la idea, si el vestido no impacta, la idea por más increíble que sea muere” nos decía alguna vez un profe de diseño de la universidad. Y es cierto, los outfits cambian con cada temporada, y el vestido de las ideas no es la excepción. Igual, el diseño publicitario no ha parado de transformarse.
El ritmo frenético de la vida no para y con cada amanecer llega una forma diferente de hacer las cosas. El hecho de que ahora tengamos nuestras vidas enteras dentro del bolsillo, en un Smartphone, cambia sin lugar a dudas la forma de hacer diseño publicitario.
En una reunión, camino al trabajo o entre el plato fuerte y el postre, siempre hay un par de segundos para ver el teléfono. Y es justo eso lo que hoy determina la comunicación y el diseño publicitario. En la era digital los usuarios se han vuelto cada vez más exigentes e impacientes. Esto hace que el reto para el creativo en pleno 2019, sea ser consciente de que dispone solo de unos segundos para captar el interés de una audiencia.
El punto de partida de una marca debe ser: escuchar a su público y mimetizarse en su lenguaje. En lo visual, lo audiovisual y lo escrito. Es un camaleón, que cambia de color dependiendo del interés y la necesidad de su cliente.
El resultado del diseño publicitario debe ser más parecido a un meme, un gif o un sticker que a un afiche de constructivismo ruso. ¡Hey! no hablamos de cuál de los dos tipos de diseño es superior en estética o riqueza; es saber qué códigos son los ideales para la era digital. Al final no importa si es un gran cartel ruso, un aviso brasilero o un meme, todos comparten algo en su diseño. Genialidad.
Como sacado del estadio
Tenemos un caso de éxito de diseño publicitario que no requiere presentación, su majestad: Absolut Vodka. Su equipo de diseño se encarga de hacer de su botella la protagonista de toda su imagen. Juegos de palabras, asociaciones, contextos, paisajes, lugares, sabores y personajes que convierten el diseño de su botella en papel tapiz para verdaderas obras de arte.
Y como cualquier “crush”, contemplas el diseño, te hipnotiza, el corazón a mil y lo inevitable: el flechazo. De repente caes rendido a la perfección de su ‘concepto’. La sobrecarga química de el amor a primera vista, puede durar días, semanas, años, evolucionando y madurando como cualquier relación. El amor hacia la marca como todo es lo que dure cautivando y conquistando tu atención.
Fuentes: