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Escarbando en el cerebro del mundo

Diariamente nadamos en un mar de información pero, ¿cómo saber qué es verdad?

Hubo un tiempo en el que las consultas tenían una inseparable aliada compuesta por libros capaces de llevar todo el conocimiento del ser humano a la sala de su casa: se llamaban enciclopedias y se conseguían gracias a otro espécimen casi extinto, los vendedores puerta a puerta.

De pronto, por allá en los noventas, los hogares colombianos fueron testigos de un cambio neurálgico en su forma de trabajar, estudiar, jugar e interactuar con otras personas, gracias a la introducción de los computadores personales o desktops, dinosaurios con menos memoria que el más desmemoriado smartphone de estos tiempos que trajeron una nueva forma de consulta con discos compactos llenos de conocimientos que incluso se podían piratear, ahorrándose así los platales que costaban dichas enciclopedias.

Ahora, luego de una década en la que la tecnología enfocada a la información ha evolucionado a niveles que ni Julio Verne habría podido vaticinar, nos encontramos hasta el cuello de datos con interpretaciones sesgadas, contenidos propios y teorías infundamentadas que pueden poner en tela de juicio la veracidad de lo que consultamos en la red. Por esta razón he dedicado este artículo a darle algunas recomendaciones a la hora de buscar en Internet.

Al usar un buscador recuerde que esta es una página que le bota todo lo que se ha montado en la red sobre la palabra que usted decidió buscar, así que ojo: hay muchas personas que toman un tema y lo decoran con interpretaciones personales que no necesariamente son ciertas u omiten algunos hechos relevantes. Use su sentido común (su cerebro generalmente sabe que le están echando carreta), entre a los sitios web de empresas, organizaciones o agremiaciones avaladas fuera de Internet y de ser posible confirme las fuentes usadas por el sitio. De lo contrario puede estar buscando la historia de los mandatarios más representativos del mundo y descubrir que todos pertenecen a una raza de reptiles extraterrestres que nos controlan desde hace siglos.

Wikipedia sabe, pero a veces. Este es uno de los principales sitios de consulta en el mundo, pero tenga en cuenta algo importante: cualquiera puede escribir su definición de un tema o complementar un artículo ya existente, por lo que es muy importante que antes de leer baje al final del sitio y corrobore las fuentes del artículo. Si no las tiene, dude.

Blogs y publicaciones de contenido libre. La democratización de la información es, en mi opinión, una de las mejores cosas que Internet nos ha dado, sin embargo y como lo he dicho en las recomendaciones anteriores tenga en cuenta que, en estos tiempos, el loco y el bufón también pueden acceder a Internet.

Si quiere saber cómo se escribe una palabra o si «cachaco» es en verdad un término, váyase a la página de la RAE (www.rae.es). Es una excelente herramienta para enriquecer el español,  que le da la posibilidad de consultar términos en el diccionario, conjugar verbos, resolver dudas idiomáticas e incluso buscar en otras páginas términos que se usan en su país pero aún no han sido avalados por este ente defensor de nuestro bello y complicado idioma.

Finalmente, recuerde que los libros continúan siendo una gran fuente de conocimiento y entretenimiento que alimentan su mente. Puede disfrutar con ellos -si es un romántico- del olor del papel y la sensación de un libro en la mano; pero si prefiere la practicidad al momento de leer siga haciéndolo en su tablet, smartphone o computador.

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